De vuelta al ruedo duatletico me toca escapar este sábado lluvioso hacia Oñati, sitio que a pesar de haberlo conocido tardiamente (nunca me agradaban los duatlones porque son épocas de mucho frio) me encantó en cuanto lo saboree en 2019, por la organización, el ambiente que se respiraba nada más acercarse a la plaza y la distancia, que es de mis preferidas.
La mañana del sábado comienza con el planning nutricional
completo que me va a preparar la buena de la casa (yo que era de llevar
mandarinas, ahora resulta que hay que tomas geles, jaja). Después se torció,
cuando esa misma persona se tiene que dirigir hacia urgencias, así que nos
quedamos el pollo pequeño y yo para acabar de organizar e ir a recoger a la
abuela y a Iñigo que se vienen con nosotros hacia allí.
Llegada con antelación, todo el trayecto con la lluvia y el
único deseo de los participantes es que no se repita lo de hace 2 años, con
granizada incluida. Aparcamos fácilmente y nos dirigimos, con las que esperemos
que sean las ultimas gotas (deseo muy fuerte) a por los dorsales. Este año han
cambiado la zona de boxes y está más repartido todo. Al volver a la plaza me
encuentro un escenario bastante diferente al de otras ocasiones y es que los,
alrededor de 100 participantes que vamos a tomar salida, no es nada comparable
con la de anteriores ocasiones, pero bueno es lo que hay.
Todo está casi en marcha, empiezo a poner las pegatinas
correspondientes y después meto la bici en boxes, siempre con la mosca de
haberme dejado algo sin hacer bien. A falta de 20 minutos me empiezo ya a
preparar y de momento, con la esperanza que no llueva, me pongo los manguitos.
Mientras estaba trotando, veo la necesidad de salir con camiseta interior,
sobre todo para el sector ciclista y gracias a que en la consigna me prestan de
nuevo la mochila me puedo cambiar mientras empieza la carrera femenina.
Últimas carreras, le dejo la sudadera a mi madre y me voy
acercando a la salida, pocos problemas para llegar a la posición de delante y
me coloco a la izquierda de la línea. La cuenta regresiva pone la guinda y
salimos a ver que nos depara el evento. La idea es clara, aprovechar la
carrera, que es en lo único que puedo destacar un poco y sufrir en la bici.
Por delante Joanes, Arrasate e Iker, no se me ha perdido
nada con ellos y me quedo en la subida del primer km en el segundo grupo.
Rodrigo coge la batuta y yo me mantengo con él al pillarle en la bajada,
después de transitar la larga recta hasta el giro de 180º, veo como está la
situación, se está estirando el grupo, pero estamos bastante juntos todavía. Le
doy un relevo e intento mantener el ritmo para rascar algún segundo más.
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Foto Aitor Arotzena |
El recorrido no tiene muchos desniveles salvo en el primer y casi último kilómetro por lo que se puede correr bastante a gusto. Antes del paso por la primera vuelta Ugaitz se pone a liderar y nos vamos alejando los dos de los demás. Ahí estoy yo con un Junior intentando aguantarle el ritmo, madre mía que sufrimiento. En ocasiones intento darle algún relevo para que pueda descansar, pero no puedo rebasarle y no baja el pistón por lo que me quedo detrás de él lo que resta de sector. Al grupo de atrás, que se ha reunificado, le hemos sacado algo más de ventaja, pero por lo que sé, no tardaran en darnos caza.
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Foto Ama |
Llegamos a la transición, bastante rápida para las pocas veces que las hago y salimos prácticamente los dos igual, me subo a la bici, increíblemente tengo cero problemas para meterme las zapatillas y comienza la andadura con una pequeña cuesta hasta alcanzar la carretera. Miro para comprobar que Ugaitz sigue conmigo, me dice que el en bici mal, pues ya somos 2 y le comento que tranki, que en breve nos pillarán. Y así es, yo creo que en los 5 primeros kilómetros ya somos absorbidos por el pelotón, lo que cuesta sacar renta a pie y lo fácil que te pillan jajaja. A partir de aquí todo es velocidad pura, a pesar de ir en grupo hay momentos que se pega tal tirón que casi me quedo descolgado. El corazón se me pone a tope solo con aguantar, estoy yo para tirar... Rotonda de vuelta, apretón increíble el que tengo que dar para no perder el tren y me falta el aliento. En mi cabeza se empieza a presentar la primera de las subidas, es corta, pero dura como ella sola. Giramos hacia la derecha, salta San Vicente y algunos detrás, yo viendo que la carretera no está para muchas filigranas, voy lo más precavido posible hasta que empieza el repechón.
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Foto Naikefotosport |
Ahí lo esperado, la mayoría me empieza a dejar atrás, yo echo en falta piñones mas grandes y luchando para llegar arriba. Por suerte no me he quedado el último y consigo mantener un grupo menor para llegar hasta la subida a Arantzazu. Allí comienza una nueva odisea, las cuestas interminables y las piernas para el arrastre. Cada vez que pasamos una curva espero con ansias ver la zona de avituallamiento que me diga que ya se ha acabado la penuria, pero esta subida se me hace eterna mientras veo con impotencia como me van rebasando, que después de tantos años ya lo tengo asumido, por lo que el disgusto es menos jijiji.
Por fin consigo agarrar el botellín de agua que me indica que tomamos el camino de vuelta en, esta vez sí, una trepidante bajada hasta llegar al pueblo. Nos queda recorrer de nuevo la primera parte del circuito, consigo dar caza a un par de corredores de delante y con el trascurso de los kilómetros se nos juntan algunos más.
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Foto Aitor Arotzena |
Para finalizar mi odisea personal solo queda rematar con la pequeña subida de nuevo. Esta vez la encaro con mas calma, meto todo lo que tengo de nuevo y esta vez sí, me quedo el último del grupo. Bajada tranquila en solitario y pensando en cómo responderán las piernas para este final de carrera.
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Foto Ama |
Buena transición de nuevo, salgo a dar todo lo que me queda, es hora de “vengarme” en mi sector. El primer kilometro parece que no avanzo y solo puedo rebasar a un compañero del grupo en el que íbamos. Por delante me fijo un objetivo a lo lejos, que en el primer sector corría como un demonio, su color de mono rojo lo hace distinguible pero no soy capaz de reducirle casi nada. Lo bueno de esta distancia de duatlón es que te da margen para intentar recuperar algo y eso me da tranquilidad.
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Foto Aitor Arotzena |
En la larga recta veo algunos corredores y se me enciende de nuevo el chip para apretar un poco más. Giro de 180 y pequeña subida, paso a algunos, se me empiezan a acabar los objetivos, de lejos veo a Bizkarra y empieza un nuevo juego. Es el único corredor al que podría dar caza, pero los kilómetros se me van acabando y todavía le llevo a bastante distancia. La cuesta antes del último kilómetro hace mella en las piernas de Gorka resentidas de Zuia la semana pasada y consigo rebasarle en el giro. Ya solo me queda disfrutar, cuesta abajo, para llegar a meta. Me rio con los comentarios de Unzu antes acceder a la plaza y disfruto de las últimas curvas.
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Foto Naikefotosport |
Cruzo el arco en 9ª posición con un tiempo de 1:59:35 con un buen sabor de boca y cansado como un perrete. Al poco llega Gorkita, nos felicitamos por la carrera realizada y a degustar un poco del avituallamiento rico que hay por aquí. Después de mucho tiempo me encuentro con Beñat, un referente de este deporte que hacia mucho que no veía y me alegro un montón de poder charlar con él y deseando volver a verle en alguna batalla.
Luego ducha, recoger la bici e ir con el resto de la familia para esperar a la entrega de trofeos donde recibo una buena cesta de fruta y lo que mas me gusta, una rana de peluche que me encanta, diré que es para el hijo, pero reconozco que es muy chula hasta para mí. Gracias a toda la gente que ha organizado esta maravillosa carrera, porque a pesar de pasarlo rematadamente mal en el sector de bicicleta me parece que es uno de los bonitos duatlones que tiene el país vasco y se nota el cariño y la dedicación que emplean en montar todo este tinglado.