No se pueden dejar
los deberes para última hora.
El triatlón de Bermeo nos esperaba con los brazos abiertos y
no había que hacerle esperar. Por fin he comprado el porta-bicis para el coche,
así que un poco más de hueco en él, a costa de que se enfrente la bici a las
condiciones climatológicas. De camino, hay momentos en los que cae chaparrada,
luego para, vuelve de nuevo y así mas o menos hasta Bermeo, no parecen buenas
noticias para la disputa del evento, pero….
A la hora de aparcar nos dicen que está completo el parking
de al lado de la salida, así que toca ir donde cristo perdió la chancla para
aparcar, con lo cual, cojo todos los trastos y una ligera lluvia nos acompaña
hasta coger el dorsal. Hay mucha gente
(al final cerca de 400 triatletas) y me voy encontrando con conocidos, algunas
habituales, otros me sorprenden al verles en línea de salida.
Después de realizar el ritual del box, todo tiene que estar
en su sitio, charlo un poco con los compañeros del equipo, poco a poco estoy
conociendo a alguno más y me agrada el compañerismo que se respira. A falta de
unos 10 minutos me pongo el neopreno, y me sumerjo en las “cálidas” aguas
norteñas con sus 21 o 22 grados de temperatura, jeje. Se me está quedando la
cara helada. Este año se sale de un lugar diferente, y lo que iba a ser una
salida después de las chicas, se convierte en una salida sin apenas calentar y en
un mal sitio. No sé de donde se sacaron que salíamos nosotros antes, porque ni
yo ni mucha gente se dio cuenta, tanto es así, que algunos no estaban todavía ni
en línea de salida. Yo ni siquiera oigo el bocinazo y cuando veo que empieza
todo el mundo a nadar, pues les sigo.
Estar en medio de todo el barullo hace que reciba golpes de
todos los lados, pasan por encima mío, yo por encima de otro, das brazadas
contra la espalda de alguien, alguien las da en tu cabeza, así que menudo baile
para empezar el primer tri del año. El agobio es cada vez más grande, son
continuas aguadillas tragando agua cuando lo que tenía que entrar en los
pulmones es oxígeno. A penas veo las boyas, solo intento seguir a la gente, los
brazos me duelen, y la poca técnica que puedo tener se evapora, a costa de
intentar ir como sea.
Llegada a la primera boya, mucho caos como es normal, la
siguiente la puedo ver porque está relativamente cerca, así que a retomar la
brazada y a por ella. Al pasarla decido irme un poco más a la izquierda, con lo
que evito golpes pero pierdo referencia, tengo la sensación de que estoy
bastante alejado del grupo, pero por lo menos nado con un poco más de
tranquilidad. Ya no se puede hacer gran cosa para salvar el sector, así que
decido pasar este infierno de la mejor manera posible. Llegada a la salida por
la rampa, me quito las gafas y voy bajándome el neopreno dirección del box. Me
tomo con calma la transición, necesito recuperar algo de aliento.
Salgo con la bici y lo primero que me encuentro nada más
abrocharme las botas es una cuestarraca de impresión, necesito bombonas de oxígeno
y unas piernas nuevas, veo como la gente
me va pasando, intento seguirles pero es imposible. A mitad del camino de ida,
ya me encuentro algo mejor, pero el circuito es rompe-piernas total, bajadas a
60 Km/h y pico y subidas a 20 Km/h. Entre otros 2 y yo intentamos das relevos para
coger ritmo, pero no hay acuerdo, se queda todo en nada. A la vuelta de
Gernika, veo que el grupo de adelante esta bastante lejos y los de detrás están
a punto de pillarnos, los mismos de antes intentamos de nuevo poner un poco de coordinación,
más que nada para que no nos pillasen, pero no sirve de nada y en pocos kilómetros
ya somos algunos más en el grupo. Viendo cómo estaba la cosa, el grupo pasa a
ser, “pues ya llegaremos”, así que sin ninguna novedad llegamos a las calles de
Bermeo para realizar la última transición.
Entro al box y al ponerme las zapatillas el objetivo es
claro, intentar que ninguno del grupo me pase. Los del grupo que nos precedían están
muy lejos, así que recorro casi los 2 primeros kilómetros sin ver a nadie
delante mío, lo que hace que a causa de una organización un poco distraída me
equivoque en 2 ocasiones de dirección (yo y mi 50% de acierto), no es mucho lo que
tengo que rectificar, pero rompe ritmo. A partir del avituallamiento, empiezo a
ver alguna gente delante, y me motiva para intentar alcanzarles, me veo bien de
piernas y aunque la caja ya está en las últimas, hay que intentar salvar los
muebles de alguna manera. Los ánimos de los compañeros del 42.195 me ayudan a
dar un poco más de mi y voy pasando a alguno más. Llegada a la primera vuelta
(ahora solo toca repetir el camino, esta vez sin equivocaciones, jeje) y de
nuevo a por la segunda cinta. Así transcurren los últimos 2,5 Km y llego a línea
de meta en la posición 64 con un tiempo de 1:18:42
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