¡¡¡Spoiler!!! De gozarla el año pasado y disfrutar como nunca, a pasar el peor triatlón de mi vida, viviendo un autentico infierno en mi ciudad.
Llegaba la fecha del primer triatlón, este año por lo que
sea, mas tarde de lo normal y en media distancia. Aunque no me siento muy
cómodo en una distancia ya algo larga para mí, el Vihalf se celebra en casa y
el buen recuerdo del año pasado hace que me lo plantee de nuevo. Lo que menos
me gusta, lo de siempre, la organización que requiere este tipo de evento. A mi
me gusta ir, llegar, correr y para casa, pero en esta distancia hay que hacer
varios preparativos que ni me gustan ni me apetecen. Luego también tenía que
alargar un poco las salidas con la cabra y ver que tal me amoldaba.
Gracias a la ayuda de Diana, que al final tuvo que desistir
de la prueba por una puñetera lesión, la nutrición la dejo en sus manos y con
todo ello se acerca el día de la carrera, el viernes comienza el baile con la
recogida del dorsal y la preparación de las bolsas. El sábado por la mañana me
acerco a dejar la bolsa en la T2 y vuelvo para acabar con lo demás antes de ir
a Garaio.
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Foto Dy |
Aparcamos en la explanada y meto las cosas en el box, me encanta este sistema donde no tienes que colgar la bici y hay mucho hueco entre bici y bici, siempre pensando que me dejo algo y a toca hacer tiempo, mientras nos vamos dirigiendo hacia el punto de salida. A falta de 20 minutos me cambio, dejo la bolsa en la consigna y me dispongo a calentar un poco en el agua. Al salir empezamos con los problemas, el reloj se pone con la iluminación al mínimo y con el sol ni se ve, intento solucionarlo, pero ya están llamando a la salida y lo dejo por imposible.
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Foto Dy |
Me ubico en la salida elite, con el síndrome del impostor y me preparo para el bocinazo. Sin darme cuenta ya estamos en este primer sector, algún que otro leve golpe, pero bastante limpio. Los primeros 500m se me están haciendo agónicos hasta que consigo coger algún pie y me quedo detrás de sus burbujas lo máximo que puedo. Lo bueno de no ser de los nadadores, es que no tengo que guiarme con mi nefasta visión en el agua, así que me fio de lo que hacen los de delante.
No tengo alarmas de los metros, pasamos una boya,
continuamos, otra boya y así hasta que pasamos una, giramos mas de lo normal y
a lo lejos veo de nuevo tierra. La natación se me está haciendo eterna, pero
teniendo en cuenta que mi mayor tirada en la piscina este año son 2000 metros,
es lo normal, me resigno y continúo intentando seguir lo mas junto al de
delante. Metros antes de llegar, las algas nos van dando la bienvenida y un
poco mas adelante ya me puedo poner de pie. Por lo que le escucho al speaker parece
que somos de los últimos en salir, es lo que tiene salir con los buenos.
Me voy bajando el neopreno, encaro mi fila y dejo salir al
compañero de al lado antes de empezar a cambiarme. Me cuesta un horror bajarme
el traje y casi se me suben los gemelos en el intento. A duras penas consigo
zafarme de él y lo meto en la bolsa con las gafas y el gorro. Casco y a por el
segundo sector, me monto con calma sin saltar, me voy poniendo las zapatillas e
intento recuperar el aliento que, esta vez, tanto me está costando recuperar.
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Foto Kiko |
Con todo en orden salgo del parque viendo a un ciclista caído en la cuneta (luego me enteraría que es Josu, mucho ánimo). Me sigue costando respirar y voy muy cansado en estos primeros metros, soy de los que le cuesta más esta transición que la segunda, solo espero que se estabilice el cuerpo y pueda “disfrutar” del sector que mas miedo me da. Los compañeros que han salido conmigo se van alejando y por fin me puedo acoplar y encontrar una cadencia que me permita pedalear. La recta hasta Agurain con sus toboganes se hace llevadero y me adentro entre los ánimos hacia Gordoa. Se suponía que este tramo iba a tener el viento en contra, pero no se nota en demasía. Km 20 y me adelanta el primer ciclista, yo hago lo propio con otro y empiezo la subida.
Después de pasar varias veces por aquí antes de la carrera, sé
que la tengo que afrontar con calma y a mi ritmo, la vertiginosa bajada hacia
Zalduondo y primer avituallamiento en el que fallo en el primer bidón, pero
cojo el segundo. Me lo meto en el traje, de momento todo va como el año pasado
y continúan los kilómetros con buen ritmo. El objetivo ahora que me marco es
llegar a Egino y rezar para que el aire nos empiece a pegar de culo.
Otros corredores me han pasado, pero como eso ya estaba en
el guión tampoco me frustra en exceso. Por fin llego a Egino y el viento parece
que nos favorece, por lo que me alegra y después de alimentarme de nuevo
encaramos las cuestas que nos llevaran a Agurain, próximo objetivo llegar vivo
a Guereñu. Llegada a Agurain y subidita hasta siguiente punto de control
personal.
De momento todo como lo estaba haciendo estos días,
velocidad normal y controlando el esfuerzo, de Guereñu hasta el final, lo que
se suponía que iba a ser bajada y aprovechar el viento, se hace raro y ya no lo
veo tan bonito, porque el viento no es tan claro como se esperaba. El siguiente
objetivo en Zurbano, pasando por el repecho de Argomaniz, pero al llegar a
Elburgo se me empiezan a subir los cuádriceps, no me lo puedo creer, no me
había pasado en ninguna salida anterior, intento estirar un poco y aunque no se
pasa del todo por lo menos puedo seguir pedaleando, pero no me ha gustado nada
la sensación.
Giro hacia Argomaniz y puerto de “primera categoría” para
retomar por la nacional continuando acoplado y con buenas sensaciones. Desvío
en Ilarraza, ya nos estamos acercando hacia el final y por suerte no ha habido
ningún percance. Poco antes de llegar a Zurbano vuelvo a tener la sensación en
los cuádriceps que se me ponen duros y ya no esta gustando nada, pero puedo
pedalear y el cartel de 80km hace que tenga mas cerca el objetivo. Los últimos
metros por la ciudad es para no cometer errores e ir preparando la mente para
el sector que mas espero. Me saco los pies de las zapatillas y me dispongo a
bajar, no se porque no lo hago como de costumbre y bajo pasando la pierna por
detrás del sillín, se me suben de nuevo los cuádriceps, esto ya no es normal.
Foto Rakel |
Los metros hacia la carpa ya voy cojeando, llego a mi a bolsa, me cuesta descolgarla, saco todo lo que hay y me siento en la silla para vestirme con calma, primero el casco para dentro, pero al ponerme los calcetines las piernas se me agarrotan, con las zapatillas igual y la segunda me la intento meter de pies con la misma suerte. Cuando tengo todo listo empiezo la carrera, pero a cada zancada me duelen una barbaridad las piernas, en mi cabeza está el deseo de que se acostumbren a la situación y me dejen correr, por eso voy con mucha calma, es la idea de la primera vuelta, pero las sensaciones son malas malas y me moleta hasta la botella que tengo en la mano, lo que iba a ser un sector complicado por la fascitis plantar, resulta que ha quedado relegado a nada.
Foto Rakel |
Rebaso a algún corredor, los dolores en lugar de ir a menos incrementan, antes del segundo kilometro se me hace prácticamente imposible correr, a veces me fallan del dolor y a punto estoy de caerme en alguna ocasión. Me siento una mierda porque no hay solución al tema, voy bajando el ritmo, que ya de por si es bajo, pero nada de nada, dolor insoportable. Hago un primer paso por donde esta Diana y la familia, voy arrastrándome, las cuestas arriba no puedo apretar y las bajadas me matan. Solo llevo 2 kilómetros y por mi cabeza pasa la idea de la retirada, cuando vuelva a pasar por donde esta la familia me paro porque el dolor en increíble y voy medio parado.
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Foto Rakel |
Todos los ánimos de la gente que recibo hacen crecer mi frustración, mi cabeza puede pero las piernas no me dejan y es una impotencia que no había sufrido nunca en mi vida, dolores y cansancio si, pero esto en la vida. Alla donde esté, oigo decir a mi padre “hijo, párate y dejalo”, no le gustaba verme sufrir de esa manera y en parte tenía razón. De la que estoy bajando y valorando la retirada mi orgullo puede mas y me digo a mí mismo que si soy capaz de no pararme ni andar, tengo que terminarlo, por la gente que ha venido, por la prueba, pero sobre todo por mí, no soy de los que se retira si las cosas no salen bien. En el horizonte 19 kilómetros de puro sufrimiento, yendo a 2 por hora y con la cabeza gacha. Consigo la primera vuelta, ante la mirada de preocupación de mi hermana y mi madre, los metros van pasando a cámara lenta, esto no estaba en el plan, me resigno a mi suerte, ya me empieza a adelantar mucha y mucha gente, me aparto al lado derecho como un coche en la autopista con los warning puestos, que desesperación.
Foto Rakel |
Los demás kilómetros mas de lo mismo, penurias, dolor e impotencia, de vez en cuando intento ir un poco mas rápido, pero nada de nada y ya no para quedar mejor o peor sino por hacer el sufrimiento menos duradero. Al llegar a mi segunda vuelta Jon el speaker me nombra creyendo que voy hacia meta, agradezco su confianza, pero todavía y muy a mi pesar me queda otra. Doy las gracias a varios corredores que me van ofreciendo su apoyo por si necesitaba algo, pero creo que piernas de repuesto no van a tener.
Foto Rakel |
Y así por fin (aunque ha sido una penuria) llego a meta en 155ª posición con un tiempo de 4:44:10, nada mas cruzar meta y sin casi poder andar, los de la cruz roja me prestan una silla para sentarme, estoy allí descansando un rato hasta que a duras penas voy al avituallamiento para intentar recibir un masaje, aunque poca solución tiene el tema.
En cada movimiento me pichan las piernas y voy a comer un poco antes de ir con la familia, la que siempre está ahí. La cara de este año contrasta con la de año pasado, cuando al acabar, me fui trotando incluso, a buscar a Diana mientras acababa su carrera. Mi moral esta por los suelos y solo quiero llegar a casa para descansar y olvidarme un poco del tema.
Foto Rakel |