Último día del año y última carrera de este 2012. El año
pasado no pude disputar la San Silvestre por lesión y este año, aún con
molestias, no me la quería perder. Empiezo a hacer la mochila después de comer,
puesto que en ella tengo que meter el atuendo de correr y la ropa para empezar
el 2013, a punto estoy de dejarme el dorsal en casa con tanta historia.
Llego a casa de mis aitas con tiempo, organizo todo un poco
y a media hora de la salida nos dirigimos Raúl y yo hacia el sitio donde
habíamos quedado con los colegas, que también iban a participar, aprovechando
ese recorrido para empezar a calentar un poco los músculos adormecidos. Por las
calles se ve mucho disfraz y gente dispuesta a cubrir esos casi siete
kilómetros con el toque de festividad
que caracteriza a esta carrera.
Después de cuatro estiramientos mal hechos y unas carreras
entre la multitud, me dirijo a la salida. Primero se va a dar la nuestra
(denominada “elite”, aunque esto de los nombres….) y 10 minutos más tarde
saldrán los que seguramente más disfruten de este evento. Cuando creo que estoy
llegando a la salida, me van diciendo que siga hacia delante, que se sale más
lejos, y allí me topo con los cuatro amigos de todas las carreras. Somos poca
gente y la mayoría en mayor o menor medida nos reconocemos de diferentes eventos,
así que entre charlar con unos y con otros se va acercando la hora de sufrir.
Unos segundos antes, la concentración se puede notar en el ambiente, se hace un silencio tremendo, y
curioso a la vez, esperando el pitido.
Y allí vamos, la carrera sale lanzadísima, sin querer y con
la inercia, vamos todos rapidísimo, pero es incontrolable. El primer kilómetro
lo pasamos en menos de 3:20, una barbaridad para mí. Ahí es donde se empiezan a
formar un poco los grupos, los pros están muy lejos, el grupo en el que estoy
se divide y unos tiran hacia delante, demasiado rápido, y decido quedarme en el
otro. Aquí me doy cuenta del “error” de la carrera, yo que soy un defensor de
llevar la menor ropa posible en las competiciones, he salido con maya larga térmica,
camiseta manga larga y guantes, porque uno, creía que iba a hacer más frio y
dos no pensaba tomarme la carrera tan en serio, así que se empieza a notar que
el cuerpo no refrigera como debería.
Entramos en la calle Los Herrán y me coloco en cabeza del
grupo, ya las pulsaciones se han estabilizado del apretón inicial, y por lo
menos el ritmo que llevo es bueno. Muy bonito esa parte del recorrido, con la
gente agolpada en los laterales animando, han acertado en poner solo 10 minutos
de diferencia entre una y otra carrera. Vamos cogiendo algún que otro cadáver
de adelante antes de llegar a Iparralde. Giro de casi 180º y ponemos dirección a
la calle Francia, el viento sopla de cara y es difícil mantener la velocidad,
me pasa uno y aprovecho para meterme detrás de él, pero es igual el viento
sigue molestando. La recta de la calle Francia se hace eterna y avecina un
final duro. Doblamos la esquina para empezar a subir por la cuesta de San
Francisco, mucha gente, la carretera se estrecha y pica hacia arriba.
Empiezo a pensar en que hasta aquí ha llegado la gasolina,
ahora toca tirar de cabeza para poder finalizar de manera digna. Me coloco por
las últimas posiciones del grupo con el objetivo de que no se me escapen. Bajamos
por la Pinto e intento recuperar las piernas, que recuerdos que me trae esa
calle….Llegamos al final y empezamos a subir por la Herrería, aprovechando el
pequeño descanso anterior consigo no desengancharme de los compañeros de
batalla. “Chicán” de bajada, para entrar por Siervas de Jesús, mucha gente de
nuevo animando, cada aplauso y cada grito es un empujoncito para poder acabar.
El grupo se ha alargado a la llegada a la Virgen Blanca, entre la velocidad y
la oscuridad es imposible reconocer a nadie entre la multitud, pero se oyen sus
gritos de ánimo.
Llegamos al último kilómetro, solo queda recorrer la calle
postas y subir hacia Olaguibel, que es el momento en el que se ve el arco de
llegada. Sin motivo aparente empieza, una especie de sprint raro, empezamos a
acelerar el ritmo a falta de 200m casi instintivamente, ya da igual un puesto más
o uno menos, pero no sé qué nos hace en la cabeza, ver la meta, que desfogamos
todo lo que tenemos. Y así en una constante progresión, llegamos al final de la
carrera. Al parar en seco, el estómago me da un aviso, con lo que continuo
andando un poco más, cogiendo aire para ventilar.
Finalmente acabo en 29ª posición con un tiempo de 23:20 (muy
buenos corredores en las primeras posiciones), como era de presagiar, una
carrera muy rápida. Saludos con unos, gestos con otros, y sobre todo me quedo
con la humildad de un grande entre los grandes, Eneko Llanos, al que me voy a
saludar con admiración y deseándole una gran temporada.
Por ultimo tengo que pegar un tirón de orejas a la
organización, porque aunque la carrera, me ha parecido correcta por recorrido y
horarios de salida, hay que decir, que no nos han dado ni un miserable botellín
de agua a la finalización de la prueba, que menos, que por los 5 euros de la
inscripción entre esa insignificante “recompensa”.
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