Ultimo cartucho deportivo del año, por suerte se ha podido cuadrar para poder hacer de nuevo la Vallecana y allí que nos dirigimos. Antes de eso aprovechamos para coger una semana de vacaciones para desconectar, a priori la cosa pinta bien para poder ir a correr en condiciones, pero la cosa se tuerce a falta de 5 días para el evento. Por desgracia un puñetero virus me deja un poco echo mierda y pienso que no voy a poder realizarla, fastidiando un poco los días vacacionales.
Por suerte los dolores y molestias van remitiendo con el
paso de los días y veo algo de luz para poder por lo menos tomar parte en la
carrera. Llegamos a Madrid un par de días antes y evitamos tener que volver a
urgencias. El día 30 hacemos la procesión anual para ir a recoger los dorsales
en la feria del corredor acompañados de la familia y solo queda esperar un día
para vivir de nuevo la fiesta de este gran evento.
Los primeros que salen de casa para ir a la carrera popular
son los abuelos (que ellos también corren) con la gestión del pequeño de por
medio, que sin ellos serían imposibles estos periplos deportivos. Horas más
tarde, con la mochila preparada (pena de que se me haya olvidado la camiseta de
KmsxEla) y ya sabiendo los resultados de los primeros participantes, salimos
Diana y yo hacia el metro y empezamos la aventura. Llegamos con bastante
antelación, están recogiendo todo el tinglado de la popular y nos vamos
acercando a la salida. Hace un frio espantoso y nos dedicamos a vagar por los
alrededores esperando la hora de ponerse de corto, pero la pereza es máxima.
Para no tener problemas con el ropero, a falta de 40 minutos
empezamos a quitarnos los atuendos, estoy congelado por lo que me pongo de
corto y rápidamente la bolsa de basura que este año hemos traído a conciencia
(que diría de mí el chaval que hace 20 años miraba con escepticismo a aquellos
que hacían lo mismo). A pesar de quedar bastante tiempo empezamos a trotar para
intentar entrar en calor como todos los demás corredores que estamos por aquí
en la recta de siempre.
Calle arriba, calle abajo, parada para estirar, meadilla y
vuelta al circuito, esperando que el estómago no me dé problemas, a falta de 15
minutos, me despojo de la bolsa y decido acercarme a la salida. Por suerte al poder acreditar tiempo tengo la
opción de salir relativamente delante, donde en un rato se pondrán los buenos
de la carrera, pero buenos buenos. Entre la gente ya no se nota el frio, ya se
acercan los elite y tengo el placer de poder saludar a Unai que este año se ha
dejado caer por aquí, hará una buena actuación sin lugar a dudas.
Últimos segundos y dan el pistoletazo de salida, una marabunta de personas salimos cuesta arriba, la ancha calle hace que no haya muchos problemas y me intento colocar en una buena posición. Este año no tengo ninguna referencia y dado mi estado, tampoco voy a gastar muchas balas desde el comienzo. Subo relativamente bien y giramos a derecha para comenzar a bajar. Paso a algunos otros tantos me pasan, se nota que el nivel aquí es otro mundo e incluso a estos ya elevados ritmos para mí, la cantidad de gente que vamos es espectacular.
Los ánimos son impresionantes desde los primeros metros, el
dolor de pecho me duele menos, pero a pesar de estar en bajada noto como me
cuesta tomar aire y no estoy tan cómodo como en anteriores ocasiones, por lo
que me relajo un poco intentando encontrar un ritmo más acorde. Después de
pasar el rápido segundo kilometro llega el pequeño repecho que nos pone las
piernas duras y al girar un poco la cabeza veo a Chema Martínez en el grupo en
el que voy, se nota porque le animan por todos los lados.
Continuamos en bajada, en ocasiones me coloco en cabeza de grupo,
pero más que nada por mantener el ritmo sin ninguna pretensión. Las luces de
navidad en la noche hacen que esta carrera sea mucho más bonita, aunque si te
soy sincero creo que disfruto bastante menos de lo que podría debido a la agonía
que se lleva a estas velocidades. Antes del 4 me sorprendo con el compañero que
va con Chema, puesto que va como si nada, haciendo videollamada y grabando con
el móvil, me parece sorprendente viendo lo apurado que voy yo y lo fresco que
va el, pero ahí está la calidad de cada uno.
Pasamos el ecuador de la carrera por debajo de los 16
minutos, las piernas las empiezo a notar sin energía, pero espero poder
exprimirlas un poco más. Los compañeros deciden pegar un pequeño cambio, me es
imposible seguirles, la verdad que la capacidad de sufrimiento de hoy no está
siendo muy buena y estoy tirando un poco más a lo defensivo para poder llegar.
Llegamos al kilómetro 7, me pasan las féminas, tampoco me puedo agarrar a ellas
y menos sabiendo que en breve van a llegar los dos últimos kilómetros de
cuesta.
Entramos por Vallecas, la gente se agolpa y los ánimos son
tremendos, pero la pendiente también me ha recibido con los brazos abiertos. La
disminución de ritmo es la esperada y me centro en mantener la zancada y
olvidarme de la gente que me va rebasando. Las zapatillas se vuelven de plomo y
me cuesta levantar los pies del suelo. Oigo el cohete que indica la llegada del
primer corredor antes de llegar a mi último km y poder recuperar el aliento en
la única zona llana de este final de carrera.
Hay que hacer el último esfuerzo, el intento de apretón hace
que pueda pasar a algún corredor, estoy llegando a la zona donde suele estar
Pablo “el del megáfono” y me quedo mirando a ver si le veo. Por suerte y a
pesar de no llevar la camiseta del Ela nos conseguimos ver y le choco para
afrontar los últimos metros. Estamos bordeando el estadio, solo me queda el
repecho y ya no me quedan ni fuerzas, pero consigo llegar al acceso para
adentrarme en la tan ansiada alfombra naranja.
El fogonazo de las luces hace que me ciegue en los primeros
metros, este año, al contrario que en otras ocasiones no soy capaz de sacar una
miserable brizna de energía para llegar a meta con fuerzas y me resigno a
mantener la velocidad mientras rebaso los dos cornes del campo de futbol. Alzo
la vista y por fin puedo ver el tan ansiado arco de meta, la grada llena de
gente y mi sufrimiento a punto de acabar.
Foto Kiko |
Cruzo la meta con un tiempo de 32:26 en la posición 125 y me tengo que parar un poco para recuperar. Hay una barbaridad de corredores con estos tiempos, se nota el nivel del evento y sigue entrando mas y mas gente mientras yo busco al vástago y descanso apoyado en la valla esperando la llegada de Diana. Cuando hace su entrada, nos vamos poco a poco hacia la salida para recoger la ropa. Nos reencontramos de nuevo con Pablo que lleva desde las 16 animando por los alrededores. La mochila se hace de rogar porque se ha generado un gran caos, pero conseguimos salir del atolladero, cambiarnos y retomar el camino a casa para despedir el año.
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